Recuerdo de niño, cuando apenas tenía 7 años, un evento en familia que fue mágico, estábamos todos reunidos un 7 de diciembre compartiendo, comiendo como de costumbre una cena espectacular echa con todo el amor por mi madre, todos riendo y hablando, al terminar salimos a prender las velitas, mi hermano feliz corría a sacar su obra de arte, una bola de cera gigante, que empezó con mucho esfuerzo y cada año era más grande, después de prender las velas, el plan era quedarse afuera, hablando y compartiendo mientras se contemplaba el resto de la cuadra, se veía a las familias haciendo lo mismo y quedarse disfrutando ese momento mientras las velas se consumían lentamente y se cuidaban del viento, fue ese diciembre cuando algo tan simple, convirtió todo en algo inolvidable, mi padre saco de la casa un sobre grande, nosotros curiosos y emocionados vimos como lo extendía, al terminar de hacerlo se podía aprecia con más detalle que era globo de papel, en compañía de mi hermano y mamá lo sostuvimos, mientras mi padre con mucho cuidado fue preparando una especie de mecha artesanal, la cual encendió y su calor fue dándole forma, al pasar los minutos sentimos su fuerza para poderse elevar, lo soltamos y el sentimiento fue único, en familia ¡un momento mágico e inolvidable!.